Mírate Revestido de la Justicia de Jesús

La justicia de Dios no se gana con obras, sino que se recibe como un regalo a través de la fe en Jesús. Este post explora por qué no necesitas mantener tu justicia y cómo la gracia nos libera de la culpa y la condenación.

JUSTICIA

Pastor Juan Carlos Pérez Corrales

9/20/20252 min read

man facing towards stairs
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La única justicia que importa: El regalo de Dios

¿Te sientes confundido acerca de la justicia que recibiste a través de Cristo? Es común escuchar que, aunque fuiste declarado justo por gracia (la llamada "justicia posicional"), ahora debes ganártela o mantenerla a través de tus acciones y el cumplimiento de la ley (la "justicia práctica").

Sin embargo, esta distinción no se encuentra en las enseñanzas del apóstol Pablo. La Biblia es clara: solo existe una justicia, la de Dios, y es a ella a la que debemos someternos. Pablo se opuso firmemente a la idea de que podemos merecer o mantener nuestra propia justicia. No hay un punto intermedio: o eres justo o no lo eres.

La justicia es un regalo, no un salario

Muchos creyentes, con la mejor de las intenciones, se esfuerzan por vivir una vida de acuerdo con la ley para ser justos. El problema es que este camino no es el de Dios. La justicia no se gana con buenas obras; se recibe como un regalo.

Un regalo deja de serlo si tienes que trabajar o pagar por él. Imagina que te regalo un auto nuevo, pero te pido que me pagues una cuota mensual hasta liquidarlo. ¿Es realmente un regalo? ¡Claro que no! Del mismo modo, no puedes "ganarte" los dones de Dios con tus propios esfuerzos. Sus regalos son incondicionales y se reciben solo a través de la fe.

Ya fuiste perdonado, en la cruz

La derrota que muchos creyentes experimentan hoy en día proviene de la frustración de intentar ser justos por sí mismos. Deja de tratar de merecer tu justicia. En cambio, cree que es un regalo que Jesús te dio a través de su obra en la cruz.

Él lavó todos tus pecados —pasados, presentes y futuros— con su sangre. Cuando lo recibiste en tu vida, fuiste perdonado por completo. Ahora, eres tan justo como Jesús, no por tu comportamiento, sino por tu fe en él y en su sacrificio (Filipenses 3:9).

La verdad de tu identidad en Cristo

Quizás pienses: "Pero yo no hice nada para ser justo". Y esa es la verdad. Así como Jesús no hizo nada para convertirse en pecado por nosotros, tú tampoco hiciste nada para recibir su justicia. Es un regalo que Él compró con su propia sangre.

Tu posición de justicia ante Dios es un derecho adquirido por Su sacrificio. No hay nada que puedas hacer que aumente o disminuya Su amor por ti. Él te ama perfectamente y te ve revestido de la justicia de Jesús.

No vivas más confundido acerca de tu posición ante Dios. Cree que cuando Él te ve, te ve justo, bendecido, favorecido y sanado. Acepta cómo Dios te ve y libérate de la culpa, la condenación y la esclavitud del pecado.