Libre de las Adicciones

La verdadera liberación no es una lucha de esfuerzo humano, sino un descanso en la obra terminada de Jesús.

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Libre de las Adicciones

El corazón de la verdad de Dios es que la única solución verdadera y duradera para vencer cualquier atadura, hábito destructivo o adicción, no reside en nuestro esfuerzo humano agotador, sino en la Gracia inagotable de nuestro Señor Jesucristo. La victoria no es una lucha; es un descanso en la obra perfecta y terminada de Jesús en la cruz.

I. La Ley Solo Empodera el Pecado

Hemos sido condicionados a creer que la superación viene por la fuerza de voluntad humana, por la autodisciplina de intentar no hacerlo, o por enfocarnos sin cesar en la regla de "no lo hagas". Sin embargo, las Escrituras nos revelan una verdad profunda: el enfoque en la Ley —en el no y en el esfuerzo propio para ser justo— solo activa el poder de la adicción.

Cuando te enfocas en tu fracaso y en la Ley, la frustración es inevitable y, de hecho, el pecado se magnifica, tal como lo expresa la Palabra: "La ley se introdujo para que el delito abundara; pero donde el pecado abundó, sobreabundó la gracia" (Romanos 5:20). Intentar dejar el mal hábito por tu propia fuerza humana es como intentar apagar un incendio con gasolina. Es una batalla perdida antes de empezar.

II. La Plenitud de la Gracia y el Justo Creer

La solución es un giro de 180 grados: dejar de mirar tu debilidad y comenzar a mirar la justicia perfecta que ya posees en Cristo.

  • Recibe el Abundante Suministro de Gracia: La libertad surge al recibir, por fe, el inmenso suministro de la gracia de Dios y el regalo inmerecido de Su justicia. "Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por medio de uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y el don de la justicia" (Romanos 5:17). Cuando crees que has recibido este "don de justicia", el dominio del pecado se rompe y las adicciones desaparecen.

  • La Justicia de Cristo es Tu Identidad: La clave para la liberación de cualquier adicción es verse a sí mismo no como un adicto luchando, sino como la justicia de Dios en Cristo Jesús. Cuando el corazón y la mente se convencen de que, delante de Dios, eres tan justo como Jesús mismo (por Su obra, no por la tuya), la adicción pierde su poder y derecho sobre ti. El pecado ya no puede reinar sobre uno que sabe que Dios lo hizo justo: "Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia" (Romanos 6:14).

III. La Conciencia de Perdón que Desarma la Culpa

Lo que verdaderamente empodera la adicción es la condenación, la culpa y la vergüenza. El enemigo utiliza estos sentimientos para empujarte de vuelta al ciclo de la adicción.

  • Tu Perdón es Total y Completo: El Evangelio nos enseña que todos tus pecados —pasados, presentes, futuros y Eterno — fueron puestos sobre Jesús en la cruz. La conciencia de este perdón total es lo que debilita el deseo de pecar. Cuanto más consciente seas de que Dios ya no está enojado contigo y que tu expediente ha sido limpiado por completo, más se reduce la necesidad de buscar consuelo en el hábito.

  • No Más Condenación: Enfócate en la verdad de que "Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús" (Romanos 8:1). Cuando la culpa se disipa, el poder de la adicción se desvanece, pues el aguijón de la muerte y del pecado es la condenación de la Ley.

IV. Claves Prácticas: Descansar y Declarar

  1. Descansa en Su Obra Terminada: En lugar de poner tu energía, esfuerzo humano en "no caer", ponla en "descansar" en la capacidad de Jesús. Cada mañana, entrega la carga: “Señor, no lo voy a intentar por mí mismo hoy. Gracias porque Tú vivirás la vida victoriosa a través de mí.” La victoria es el fruto de tu descanso en Él, pues "El que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas" (Hebreos 4:10).

  2. Declara Tu Justicia: Confiesa y cree que eres justo en Cristo. Habla esta verdad de Dios sobre tu vida por fe. Al declarar “Soy la justicia de Dios en Cristo” (2 Corintios 5:21), el poder de la adicción pierde su base legal y el deseo interno comienza a marchitarse.

  3. Fija Tus Ojos en Su Amor: No mires a la adicción; mira a Jesús y Su amor incondicional. La conciencia de Su amor constante es lo que te estabiliza y te fortalece, produciendo una verdadera transformación interna que elimina la raíz del deseo. "En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados" (1 Juan 4:10).

La adicción se derrumba no cuando dejas de luchar contra ella, sino cuando dejas de luchar por ser aceptado por Dios y, en cambio, te enfocas en la gracia, el perdón, y la justicia que ya has recibido en Cristo Jesús.