La Seguridad de la Salvación a la Luz de Filipenses 2:12
La salvación es un regalo un don de gracia que se recibe por fe. Dios obra en el creyente el querer y el hacer (Filipenses 2:13), y el creyente se ocupa en esa salvación con asombro y reverencia (v. 12), cooperando con Su gracia.
SALVACIÓN
Pastor Juan Carlos Pérez Corrales
9/20/20254 min read
La Seguridad de la Salvación a la Luz de Filipenses 2:12
La pregunta central que aborda este pasaje es crucial: ¿Nos está diciendo Filipenses 2:12 que necesitamos trabajar por nuestra salvación?
Es comprensible que Filipenses 2:12 haya sido un versículo que muchos creyentes sinceros hayan malinterpretado. La confusión a menudo radica en la idea de que, como cristianos, debemos ganarnos la salvación o que nuestras propias obras son necesarias para mantenerla o asegurarla. Esta perspectiva distorsiona el corazón del Evangelio.
Para entender correctamente el mensaje, es fundamental mirar el contexto, en especial Filipenses 2:12-13, donde el apóstol Pablo escribe a la iglesia en Filipos:
"Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no solo en mi presencia, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor; porque Dios es el que produce en vosotros tanto el querer como el hacer, por su buena voluntad."
"Ocupaos" vs. "Trabajen para"
El matiz en el lenguaje es vital. Pablo no instruye a los creyentes a "trabajar para su propia salvación" sino a "ocuparse de su propia salvación" (o "poner por obra", según otras traducciones).
¿Por qué es significativa esta diferencia? Porque las Escrituras son absolutamente claras: la salvación es un don inmerecido de Dios que se recibe únicamente por gracia a través de la fe en la obra perfecta y terminada de Jesucristo, y no como resultado de nuestro esfuerzo o mérito.
Efesios 2:8-9 lo establece con claridad:
"Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe."
Interpretar "ocuparse" como "trabajar para asegurar" implica que la simple fe en el Señor Jesucristo es insuficiente para la vida eterna, lo cual contraviene verdades centrales del Evangelio. La promesa es inequívoca:
"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:16). "Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día final" (Juan 6:40). "Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo" (Romanos 10:13).
Dios Obra, Nosotros Nos Ocupamos
Pablo se dirige a creyentes que ya son salvos. La instrucción de "ocuparse" se da en el contexto de que Dios mismo está proveyendo la voluntad, el poder y el deseo para llevar a cabo esta obra. Como el pastor Juan Carlos lo explica: no podemos "poner por obra" algo que no ha sido "obrado" en nosotros por Dios primero. Solo podemos trabajar con aquello que Dios ya ha iniciado y está sustentando.
La palabra griega para "obra" en el versículo 13 está en la forma presente activa continua, lo que significa que en realidad se traduce como "Dios es el que está obrando continuamente en vosotros".
Esto cambia radicalmente la perspectiva. Cuando entendemos que el Señor está siempre obrando en nosotros—dándonos la salvación que incluye bendiciones de sanidad, rescate, liberación y preservación—ya no tenemos que depender de nuestra propia fuerza agotadora para vivir la vida cristiana.
Por ejemplo, al enfrentar la dificultad de amar a un familiar o colega, la solución no es un esfuerzo propio que solo lleva a la frustración y el agotamiento. En cambio, debemos descansar en la revelación de que nuestro Salvador amoroso y poderoso está constantemente obrando en nuestro interior. Nuestra parte es simplemente decirle: "Yo no puedo, Señor, pero Tú puedes. Confío en que lo obres en mí."
Dios no nos pide que saquemos lo que no tenemos. Él nos dice: "Sé consciente y ábrete a lo que estoy haciendo. Estoy trabajando en ti. Te daré el querer, y te daré el cumplimiento de Mi voluntad."
Al descansar en Su obra, la voluntad, la energía y la fuerza divina que antes no teníamos llegan. Y cuando realizamos lo que Él nos dio la gracia de hacer, Dios nos recompensa por utilizar la misma gracia que Él nos otorgó:
"He aquí, yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra" (Apocalipsis 22:12).
"Temor y Temblor": Asombro por Su Bondad
Finalmente, la expresión "con temor y temblor" no debe malinterpretarse como el miedo a un Dios airado o la ansiedad por no hacer lo suficiente para ganarse Su favor. La buena noticia, como el pastor Juan Carlos señala, es que "temor y temblor" es una expresión idiomática hebrea que significa sentirse asombrado y conmovido por la inmensidad de la bondad de Dios. Es una reverencia profunda, no un terror.
Observemos la evidencia en las Escrituras:
La mujer con el flujo de sangre: Cuando fue sanada por tocar el borde del manto de Jesús, la Escritura dice:
"La mujer, temblando y temblando, sabiendo lo que le había sucedido, vino y se postró delante de él y le dijo toda la verdad" (Marcos 5:33). Ella no temblaba por miedo al juicio, sino por el milagro maravilloso de sanidad instantánea. Estaba abrumada por la bondad de Dios que la liberó de una aflicción de doce años.
La promesa a Jeremías: En el Antiguo Testamento, Dios profetiza:
"Entonces será para mí un nombre de gozo, una alabanza y una honra delante de todas las naciones de la tierra, que oirán todo el bien que yo les hago; temerán y temblarán por toda la bondad y toda la prosperidad que yo le proveo" (Jeremías 33:9). Aquí, el temor y el temblor de las naciones no es por la ira, sino por el asombro ante la bondad y prosperidad que Dios derrama sobre Su pueblo.
De esta misma manera, nos ocupamos de nuestra salvación: con un sentido de profundo asombro y gratitud por cuán bueno y misericordioso es el Señor. Se trata de reconocer que Él primero nos suple todo, luego lo obra en nosotros y, finalmente, lo realiza a través de nosotros.
Cuando vemos todo lo que Jesucristo ha hecho y sigue haciendo, se vuelve natural ocuparnos de nuestra salvación en la forma en que interactuamos con los demás, manifestando un espíritu de amor, honor y humildad (como se nos instruye en Filipenses 2:2-4). De esta manera, podemos brillar como luminares en el mundo:
"Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha, en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo" (Filipenses 2:14-15).


La misión de la Asociación MAAM Costa Rica es edificar a los creyentes, profundizando su caminar con Cristo, para que disfruten de la Gracia que Dios nos ha dado.
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