La Corrección Bajo la Gracia

Sí, la corrección y la disciplina de Dios hacia los creyentes sí existen bajo el nuevo pacto de la Gracia, pero la forma en que se manifiestan es diferente a la del antiguo pacto (la Ley).

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La Corrección Bajo la Gracia: El Amor Disciplinario del Nuevo Pacto

Existe una idea errónea y muy común de que la vida bajo la gracia implica una ausencia total de corrección, llevando a la peligrosa conclusión de que "todo está permitido". Esta perspectiva no solo distorsiona la verdad bíblica, sino que subestima la profundidad del amor de Dios. La realidad es que, en el Nuevo Pacto, la corrección y la disciplina no desaparecen; más bien, se transforman para ser impartidas a través del prisma del amor, la gracia y la sabiduría.

Si se le pregunta a cualquiera de mis pastores sobre la corrección bajo la gracia, le responderán con una rotunda afirmación: "¡Por supuesto que la hay!" Sin embargo, esta disciplina es fundamentalmente diferente: siempre está saturada de amor incondicional, una gracia abundante y una sabiduría que edifica. Toda corrección efectiva en Cristo se comunica con una paciencia inagotable y un amor que busca restaurar, nunca condenar.

Disciplina desde la Perspectiva de un Padre Amante

Algunos creyentes argumentan que si somos "siempre muy favorecidos" por el Señor, no hay necesidad de que Él nos corrija o discipline. Querido amigo, esta confusión puede aclararse fácilmente al considerar la perspectiva de un padre terrenal.

Permítame ilustrarlo con mi propia experiencia. Cuando mis hijos cometen un error, mi esposa Wendy y yo, ciertamente, los corregimos y disciplinamos. Pero, permítanme ser claro: en nuestros corazones, ellos siempre son amados y siempre son favorecidos, incluso cuando han fallado y mientras reciben nuestra corrección. ¿Por qué? ¡Simplemente, porque son nuestros hijos!

Su identidad como nuestros hijos es la fuente de nuestro favor incondicional; no está sujeta a su desempeño, sus logros o sus errores. Está anclada en quiénes son y de quién son, no en lo que han hecho o dejado de hacer.

De la misma manera, nuestro estatus de ser amados y grandemente favorecidos por nuestro Padre celestial es una verdad inmutable. Es el glorioso resultado de nuestra nueva identidad como hijos e hijas de Dios, hecha posible únicamente a través de la obra consumada de Jesucristo en la cruz. Es por Su obra que tenemos el privilegio de clamar: "¡Abba, Padre!", y por lo cual Dios nos llama Sus hijos.

"Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez bajo el temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!" (Romanos 8:15, LBLA).

La Naturaleza de la Corrección de Dios

A medida que crecemos en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo, Él se compromete activamente a corregirnos, disciplinarnos y guiarnos en justicia. Pero aquí radica la verdad fundamental del Nuevo Pacto: Nuestro Señor nunca nos corregirá infligiéndonos trágicos accidentes, enfermedades o calamidades (para un estudio más profundo, se recomienda leer: ¿Castiga Dios a Sus hijos con enfermedades, accidentes y calamidades?).

La Escritura lo establece de forma clara:

"Porque el Señor corrige al que ama, como el padre al hijo en quien se deleita" (Proverbios 3:12 NTV).

En otras palabras, el Señor corrige activamente a aquellos a quienes favorece mucho, con el mismo cuidado y amor de un padre terrenal que se deleita en su hijo.

¿Acaso un padre que se deleita en su hijo lo castigaría infligiéndole dolor, sufrimiento físico o una enfermedad? ¡Por supuesto que no! De la misma manera, nuestro Padre celestial nos corrige, no por medio del sufrimiento o el castigo, sino primariamente a través de Su Palabra viva y eficaz.

"Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en justicia" (2 Timoteo 3:16 NVI).

La corrección de Dios se manifiesta de varias formas, todas arraigadas en Su amor redentor:

  1. A Través de la Predicación de Su Palabra: La exposición del evangelio y las Escrituras ilumina nuestros corazones, revelando áreas que necesitan ser alineadas con la voluntad de Dios.

  2. A Través de Líderes Piadosos: Dios nos rodea de líderes en la iglesia local que nos aman y se preocupan lo suficiente como para hablar con gracia y verdad a nuestras vidas.

  3. A Través del Espíritu Santo: El Espíritu nos convence de pecado, justicia y juicio, guiándonos a toda verdad (Juan 16:8, 13).

La Gracia como Fundamento de la Obediencia

La maravillosa verdad es que, cuando las personas están firmemente convencidas del amor incondicional de su Padre celestial, pueden recibir la corrección y la disciplina con gratitud, humildad y arrepentimiento genuino. Esta es la razón por la que es tan crucial que cada hijo de Dios experimente la revolución de la gracia: ser establecido en Su amor perfecto y anclado en Su gracia incondicional.

El pastor Juan Carlos lo enfatiza repetidamente: La gracia no es una licencia para pecar; es el poder para no pecar. La gracia nos imparte la habilidad divina para actuar y vivir una vida por encima de la derrota del pecado. Lejos de ser un obstáculo para la santidad, la gracia es la llave maestra de la santidad verdadera y duradera. Es el amor y el favor de Dios lo que nos transforma.

"Porque la gracia de Dios que trae salvación se ha manifestado a todos los hombres, enseñándonos que, negando la impiedad y los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente" (Tito 2:11-12 RVR60).