La Certeza del Perdón

Este perdón no es por obras ni por mérito personal, sino un regalo inmerecido de Dios. La seguridad de la vida eterna y del perdón de nuestros pecados no radica en nuestros sentimientos o acciones, sino en la obra inmutable y terminada de Cristo resucitado.

PERDÓN

Pastor Juan Carlos Pérez Corrales

10/12/20253 min read

people walking on park during daytime
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La Certeza del Perdón: El Testimonio de la Resurrección

La pregunta crucial de cómo podemos tener la certeza absoluta de que nuestros pecados han sido perdonados hoy encuentra su respuesta ineludible en el evento central de la fe cristiana: la resurrección de Jesucristo.

El apóstol Pablo, con una lógica aplastante, establece la conexión vital entre la resurrección y nuestro estado ante Dios: "Si Cristo no resucitó, vana es vuestra fe; ¡Todavía estás en tus pecados! . . . Pero ahora Cristo ha resucitado de entre los muertos, y ha llegado a ser las primicias de los que han dormido. Porque por cuanto por el hombre vino la muerte, por el hombre también vino la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados" (1 Corintios 15:17, 20-22).

Esta verdad es fundamental. La resurrección de Jesús no es solo un hecho histórico, es la prueba divina y eterna de que el sacrificio de Cristo en la cruz fue completo, suficiente y aceptado por el Padre. La tumba vacía es la confirmación de que el pago por el pecado ha sido efectuado en su totalidad.

Un Perdón Fundamentado en la Gracia

La fe en un Cristo que vive es la que nos saca de la condición de condenación. La Biblia nos asegura, sin lugar a dudas, que ¡Cristo ha resucitado! Y puesto que Él ha vencido a la muerte, la implicación gloriosa es que la sentencia del pecado ya no recae sobre nosotros. La resurrección de Jesús es, por lo tanto, la prueba viviente e irrefutable de que absolutamente todos tus pecados han sido completa y totalmente perdonados. No es posible predicar la gracia de Dios en su plenitud sin centrarse en la obra del Cristo resucitado.

Somos salvos por gracia por medio de nuestra fe en la obra redentora de nuestro Señor Jesucristo. El apóstol Pablo profundiza en esta verdad, destacando la inmensidad de la misericordia de Dios:

"Pero Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente nos resucitó, y nos hizo sentar juntamente en los lugares celestiales en Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe, y esto no de vosotros; es don de Dios, no de obras, para que nadie se gloríe." (Efesios 2:4–9)

Este pasaje subraya que nuestra salvación es un regalo inmerecido; una manifestación de las "abundantes riquezas de su gracia". El perdón no se basa en nuestro desempeño, nuestra obediencia perfecta, o la cantidad de buenas obras que realicemos. Por lo tanto, el creyente no puede jactarse de haber ganado su perdón a través de esfuerzos personales o méritos.

El Don Inestimable de la Salvación

La seguridad de nuestro perdón radica en la obra terminada de Jesús en la cruz, recibida únicamente por fe. El regalo de la salvación es, por definición, algo que no se puede trabajar, ganar o merecer. Si pudiéramos ganarlo, dejaría de ser un regalo y se convertiría en un salario.

El verdadero perdón y la seguridad de la vida eterna son un obsequio que el Dador, nuestro Señor Jesucristo, prodigó al destinatario (nosotros) al dar Su propia vida para rescatarnos de la condenación. Él pagó el precio de una vez y para siempre. Como afirma la Escritura:

"En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia" (Efesios 1:7).

Este es el fundamento inamovible de nuestra paz. Si la resurrección de Jesús es un hecho, y la Biblia lo confirma plenamente, entonces nuestro perdón es un hecho consumado. El enfoque del pastor Juan Carlos y de toda la Palabra de Dios es que la certeza de tu perdón no depende de la fluctuación de tus sentimientos o acciones, sino de la inmutabilidad de la obra de Cristo.

"Porque la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro" (Romanos 6:23).

Esto nos lleva a una profunda seguridad: La prueba del perdón no es lo que tú hiciste, sino lo que Él hizo.