¿Me bendecirá Dios si no diezmo?

Descubre el diezmo como una respuesta de gratitud y adoración a Jesús, no una obligación legal. Tu bendición no depende de la ley, sino de tu corazón.

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¿Me Bendecirá Dios si No Diezmo?

Esta es una pregunta que muchos cristianos se hacen, y la respuesta no es un simple "sí" o "no". La Biblia nos enseña que, bajo el nuevo pacto, el diezmo no es una ley que debemos seguir para ser bendecidos, sino una respuesta de amor y adoración a Dios.

Es impresionante ver que el diezmo existía mucho antes de la Ley de Moisés. En Génesis 14:18-20, Abram le dio el diezmo a Melquisedec después de una victoria en batalla. Este acto no fue una obligación, sino una muestra de gratitud y reconocimiento de que la victoria y el botín provenían de Dios.

Bajo el nuevo pacto, ya no diezmamos para cumplir una ley, para evitar una maldición o para "torcerle el brazo a Dios" para que nos bendiga. La obra de Jesús en la cruz transformó esta perspectiva.

Fuimos liberados de la maldición: Gálatas 3:13 nos dice que Cristo nos redimió de la maldición de la ley al hacerse maldición por nosotros. Su muerte y resurrección nos liberaron de la condenación de no poder cumplir la ley.

Ya hemos sido bendecidos: Como dice 2 Corintios 8:9, damos con alegría porque ya hemos sido bendecidos a través del sacrificio de Cristo. La obra de Jesús en la cruz es la única razón por la que recibimos todas las bendiciones.

Cuando comprendemos que Dios es la fuente de todo lo que tenemos, el diezmo se convierte en un acto de adoración. Es una respuesta a la generosidad de Dios, no una forma de obtenerla. Como dice 2 Corintios 9:7, "Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre".

Dar con un corazón alegre es un reflejo de nuestra profunda relación con Dios. Al diezmar, reconocemos que ya somos bendecidos en Cristo. Es un acto de fe y gratitud personal a Dios, que se nutre a través de la oración y el estudio de su Palabra.

El diezmo no es una fórmula para obtener bendiciones, sino una forma de proclamar lo grande que es Jesús. Es una manera de agradecerle por su amor y su obra terminada en la cruz.

Es crucial recordar que si no puedes diezmar, Dios te ama igual. Eres la justicia de Dios en Cristo Jesús, sin importar cuánto puedas dar. El diezmo es un privilegio y una oportunidad que no muchos tienen para honrar al Señor.

Debido a que el diezmo es un asunto de adoración tan personal con Dios, te animamos a que ores y permitas que el Señor te guíe en tu decisión. Él te mostrará dónde y cómo debes dar.