La Cena del Señor

En la Cena del Señor, recuerda la obra terminada de Jesús en la cruz y celebra el Nuevo Pacto de Gracia. Recibe las bendiciones que Él te compró (sanidad, paz y victoria) y proclama Su amor y pronto regreso.

a man holding a cigarette in his hands
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La Cena del Señor

La Cena del Señor (también conocida como la Comunión) es un recordatorio simbólico de la obra de Jesucristo por nosotros y una proclamación del Nuevo Pacto. Este acto es fundamental porque nos conecta como creyentes directamente con la esencia del evangelio de la Gracia.

La sangre de Jesús derramada en la cruz estableció el Nuevo Pacto, el cual reemplazó al antiguo pacto de la Ley (Hebreos 8:7-12). Este nuevo acuerdo se basa en la gracia y el perdón de Dios, no en el cumplimiento de rituales o leyes. Al participar, los creyentes recuerdan el sacrificio de Jesús, su cuerpo quebrantado y su sangre derramada por la salvación de la humanidad. Es un acto de memoria y obediencia a su mandato: "Haced esto en memoria de mí" (Lucas 22:19; 1 Corintios 11:24).

La Cena no solo mira al pasado, sino que también anuncia el futuro. Cada vez que se celebra, se proclama la muerte de Cristo "hasta que él venga" (1 Corintios 11:26). Es un acto de esperanza y anticipación del arrebatamiento de la iglesia y de su segunda venida. Compartir la Cena simboliza también la unidad de los creyentes en un solo cuerpo, que es la iglesia (1 Corintios 10:17). Es un momento de comunión con Dios y entre hermanos.

Los relatos de los evangelios y 1 Corintios detallan cómo Jesús instituyó la Cena del Señor durante la Pascua, justo antes de su crucifixión. En resumen, la Cena del Señor es un acto de fe, memoria y proclamación que nos conecta con el Nuevo Pacto de Gracia establecido por la sangre de Jesús. Es un recordatorio del pasado, una experiencia del presente en la cual podemos recibir paz, sanidad, liberación, bendición y una esperanza para el futuro de que le estamos esperando.

Frecuencia de Participación

¿Con qué frecuencia puedo participar de la cena del Señor? Puedes participar de la Cena del Señor y recibir todos los beneficios de la obra terminada de Cristo, tan a menudo como desees. Jesús mismo nos lo dijo: "Haced esto todas las veces que la bebáis, en memoria de mí" (1 Corintios 11:25). Como puedes ver, no hay un límite; Él quiere que te acerques a Él con frecuencia.

Nuestro Señor no restringe el acceso a sus provisiones, porque su suministro es inagotable. Él anhela derramar sus bendiciones sobre tu vida y que recibas toda la salud, la plenitud y la larga vida que Él te compró con su sacrificio. No te acerques a Él con timidez, porque su provisión es abundante.

Si el enemigo te ataca con síntomas a lo largo del día, te animo a que participes de la Cena del Señor de forma regular. Si los ataques son constantes, entonces levanta el pan y la copa día y noche. Si tienes que tomar medicamentos, participa de la Cena del Señor cada vez que tomes tu medicina. Confía en Él para que te proteja de cualquier efecto secundario. Cada vez que lo hagas, dale las gracias y declara con fe las promesas de su Palabra: "por sus llagas fuiste sanado" (Isaías 53:5). Con audacia, di: "El Señor es el que perdona todas mis iniquidades y sana todas mis dolencias... No moriré, sino que viviré para contar las obras del Señor" (Salmo 103:3; Salmo 118:17).

Sobre los Elementos

¿Solo se debe usar pan sin levadura y jugo de uva? ¿Puedo usar pan común e incluso agua? El poder de la Cena del Señor no reside en los ingredientes físicos que utilices. No hay una receta especial; el poder está en recordar a Jesús y su obra terminada en la cruz.

Si puedes conseguir pan sin levadura (matzá) y jugo de uva, está bien usarlos. Sin embargo, si no los tienes, puedes usar cualquier pan, galleta o líquido que haya en casa. Lo importante es que estos elementos te ayuden a recordar: Las llagas que Él llevó en su cuerpo para darnos sanidad (Isaías 53:5); cómo sus manos y pies fueron traspasados por los clavos, su costado por la lanza y su frente por la corona de espinas; y cómo el fuego del juicio de Dios cayó sobre Él al cargar nuestros pecados.

Respecto al vino, algunas personas usan jugo de uva o el "fruto de la vid" (Lucas 22:18) para no ser motivo de tropiezo para quienes tienen debilidad por el alcohol, pues la Biblia nos exhorta a no emborracharnos. Por lo tanto, si tú o alguien en tu hogar tiene una debilidad con el alcohol, es una decisión sabia usar una bebida sin alcohol como el jugo de uva o incluso agua.

Si sientes la guía de participar de la Cena del Señor, pero solo tienes pan común y agua, hazlo con fe. Lo que importa no es el tipo de pan o bebida, sino que con fe y revelación recuerdes el sacrificio de Jesucristo.

Participación Personal y Fe

¿Está bien participar de la Cena del Señor por mi cuenta en casa? Algunas personas temen participar por su cuenta, creyendo que solo un pastor o líder ordenado puede ministrarla en un templo. Pero estas condiciones no se encuentran en la Palabra.

La noche en que Jesús la instituyó, les dijo a sus discípulos: "Haced esto todas las veces que la bebáis, en memoria de mí" (1 Corintios 11:24-25), sin añadir condiciones. Él te ha hecho "rey y sacerdote" para Dios (Apocalipsis 1:5-6; 5:10). Como sacerdote, tienes el derecho, comprado con su sangre, de participar de la Cena del Señor y ministrarla a tu familia. La iglesia primitiva "compartía sus comidas con gran alegría y generosidad" en los hogares (Hechos 2:46), lo que hace práctica la participación frecuente. Su mesa de gracia está abierta para ti, en cualquier lugar y momento del día, siempre que recuerdes lo que Él hizo por ti.

¿"Funcionará" la Cena del Señor si el que participa no es creyente? Los elementos por sí solos no tienen un poder mágico. La Cena del Señor es un tiempo de intimidad con el Señor. Su poder se libera cuando participas con fe y revelación, al ver en el pan su cuerpo partido y en la copa su sangre derramada por ti. Es por eso que solo se invita a los creyentes a participar, ya que sin fe, sería un ritual vacío.

Sin embargo, si tus seres queridos no son creyentes y enfrentan desafíos, puedes participar de la Cena del Señor en su nombre y creer por su sanidad. El hecho de que no sean creyentes no los descalifica de la bondad de Dios. Es la bondad de Dios lo que nos lleva al arrepentimiento (Romanos 2:4), no al revés. Dios ama a tu familia y quiere que se salven. Cuando tú creíste, abriste una puerta para que Él los toque y los bendiga.

Te animo a unirte a una Casa de Paz, para que puedas participar la Cena del Señor. ¡Si no hay una Casa de Paz cerca de ti, puedes hacer de tu hogar un lugar de bendición e iniciar una junto a nosotros!