Descubriendo el Salmo 91

Descubriendo el Salmo 91

No podemos negarlo: las noticias diarias pintan un panorama sombrío. Accidentes, catástrofes naturales, amenazas globales y la constante evolución de las crisis sanitarias parecen ser el pan de cada día, elevando el ruido del miedo colectivo. Es natural sentirse vulnerable e indefenso ante esta avalancha de negatividad que grita desde los medios.

Pero hoy, la perspectiva cambia. Más allá de la alarma y la incertidumbre, existe una realidad más grande, una fuente de seguridad inquebrantable a la que puedes recurrir: la protección activa y real de Dios.

Dios, con Su infinita sabiduría, nos legó un mapa completo de Sus promesas de resguardo. El Salmo 91 no es solo un poema; es una declaración poderosa, práctica y enormemente alentadora que enumera Su compromiso de protegerte. Para cada peligro, visible o invisible, para cada amenaza que el mundo presente, ¡Dios tiene una respuesta explícita esperándote en este salmo!

El Salmo 91:3 promete categóricamente:

• “Él te librará del lazo del cazador, y de la peste destructora.”

En medio del caos, mantén la calma. La promesa es audaz:

• “Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra; mas a ti no se acercará.” (Salmo 91:7)

No importa la hora ni la circunstancia; Su protección es constante, día y noche:

• “No temerás el terror de la noche, ni la flecha que vuela de día, ni la plaga que anda en la oscuridad, ni la destrucción que asola al mediodía.” (Salmo 91:5-6)

¿No es profundamente consolador saber que cuentas con un Padre que vigila cada aspecto de tu vida, ofreciéndote una cobertura tan completa?

Ahora que la riqueza de las promesas de protección divina se ha revelado ante ti, la invitación es clara. Aférrate a esta verdad. En lugar de sintonizar las malas noticias, decide confesar y declarar la protección de Dios sobre tu vida.

Incluso cuando las circunstancias externas sugieran lo contrario, puedes mantener una paz inexpugnable. ¿Por qué? Porque sabes que no es el peligro lo que define tu perímetro, sino la protección de 360 grados de Dios, la que, en realidad, te rodea.