El Favor Inmerecido de Dios te Concede Descanso

El favor de Dios te da descanso. Él te guía sobrenaturalmente al lugar y momento correctos para prosperar, sin que tengas que preocuparte.

GRACIA

landscape photography of body of water overlooking mountain range
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El Favor Inmerecido de Dios te Concede Descanso

Porque tú, oh Señor, bendecirás a los justos; con favor lo rodearás como con un escudo. (Salmos 5:12)

Este poderoso versículo del Salmo 5:12 nos revela una verdad transformadora: el favor de Dios no es un accesorio, sino una protección que nos rodea, un escudo divino. Cuando el Señor nos bendice, lo hace de manera integral, y una parte central de Su bendición es Su favor inmerecido que nos proporciona una seguridad y una paz que van más allá de nuestra comprensión natural. Este favor es la razón por la que podemos descansar.

La Historia de Rut: Evidencia del Favor que Guía

¿Recuerdas la conmovedora historia de Rut? Ella era una mujer moabita, viuda y pobre, una forastera en la tierra de Israel. Humanamente hablando, su futuro era incierto y sombrío. Sin embargo, su vida tomó un giro radical al encontrar la gracia en los ojos de Dios. Su nueva vida de bendición comenzó a manifestarse después de que ella, en fe, se atrevió a confesar el favor de Dios sobre su vida.

Salió al campo para espigar, una tarea humilde y dura, y dice la Escritura que "casualmente llegó a la parte del campo que pertenecía a Booz" (Rut 2:2-3). Esa palabra "casualmente" es la clave. Para el mundo, fue una coincidencia; para el creyente, es la mano directora y sobrenatural de Dios en acción. Ella terminó conociendo y casándose con Booz, un pariente redentor y uno de los hombres más ricos de Belén. Su encuentro no fue producto de un plan astuto o una estrategia humana, sino de un divino encuentro dirigido por el favor.

Guiados por el Favor, No por la Habilidad Humana

Lo que Dios hizo por Rut, Él también tiene el poder de hacerlo por ti. Él puede orquestar los eventos correctos en el momento preciso para que te suceda lo mejor. No es tu capacidad o tu esfuerzo lo que determina tu bendición; es Su favor. Simplemente necesitamos creer y confesar con fe que tenemos favor inmerecido con Él. Rut confesó el favor y el Espíritu Santo la dirigió, sin que ella lo supiera conscientemente, al campo de Booz. ¿Quién más sino el Señor la estaba guiando y dirigiendo en cada paso?

El pastor Juan Carlos nos recuerda constantemente que, con toda nuestra "sabiduría", nuestros avanzados estudios y un alto coeficiente intelectual, no siempre podemos asegurarnos de ponernos en el lugar correcto, en el momento correcto, ya sea para experimentar una gran bendición o para ser librados de un desastre inminente. La lógica humana tiene límites. Solo Dios puede hacer que esto suceda de manera sobrenatural. Es por esto que el favor de Dios nos da un verdadero descanso.

Como dice la Palabra en Proverbios 3:5-6: "Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas."

Cuando confías en el favor de Dios, no tienes que vivir en ansiedad. Incluso si no eres considerado muy "inteligente" o astuto en lo natural, ¡Dios puede saltarse todas las reglas humanas, ponerte en la posición correcta en el momento justo y prosperarte más allá de lo que puedes imaginar!

Vive en el Descanso de la Gracia

Amado, cuando vives cada día creyendo profundamente que eres favorecido por Dios por causa de Cristo, no tienes que estresarte por las cosas que desconoces o por los detalles que se te escapan. Cree que Dios te revelará lo que necesitas saber en el momento oportuno. No tienes que vivir la vida tratando desesperadamente de asegurarte de que tienes todo cubierto y que nada saldrá mal.

El apóstol Pablo nos da una paz similar al decir en Filipenses 4:6-7: "Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús."

Deja la preocupación. ¡Descansa en el favor inmerecido e inmerecido de Dios! Observa con gozo cómo Él mismo te toma de la mano y te posiciona en el lugar correcto en el momento preciso para manifestar Su bondad en tu vida.