El Camino del Hombre Bienaventurado y el Consejo de Dios

Para ser bendecido, evita las malas influencias y confía plenamente en Dios, meditando en Su Palabra día y noche.

grayscale photography of man walking on seashore
grayscale photography of man walking on seashore

El Camino del Hombre Bienaventurado y el Consejo de Dios

Salmos 1:1-2 nos presenta un retrato claro de la vida que conduce a la verdadera felicidad y prosperidad:

Bienaventurado el hombre que no anda en el consejo de los impíos, ni se detiene en la senda de los pecadores, ni se sienta en la silla de los escarnecedores; sino que se deleita en la ley del Señor, y en su ley medita día y noche. - Salmos 1:1-2.

El salmista nos revela los hábitos y las elecciones que hacen a un individuo bendecido por el Señor. Observen la triple negación que marca el inicio de este sendero: el hombre bienaventurado no adopta las filosofías de los que viven sin Dios, no se estanca en la ruta que conduce al mal, ni participa en la burla o el cinismo de quienes desprecian las cosas sagradas.

Esto implica que la persona bendecida no basa sus decisiones en el asesoramiento de "expertos" o voces del mundo que deliberadamente ignoran o deshonran a nuestro Creador. Del mismo modo, no se une a aquellos cuya meta es dañar a otros para obtener ventaja personal. No da cabida a la crítica destructiva ni al espíritu burlón.

El que escoge seguir estas sendas mundanas demuestra que su confianza no está en el Señor, sino en la fragilidad humana y en su propia autosuficiencia. En lugar de reflexionar en la voluntad divina, su mente se satura con los esquemas y las preocupaciones del mundo. La Escritura nos advierte sobre esto en:

Así ha dicho el Señor Maldito el hombre que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová. (Jeremías 17:5)

Amados hermanos, se nos insta a rechazar categóricamente este camino. En su lugar, somos llamados a depositar nuestra confianza total en Jesucristo, sumergiéndonos en Su Palabra y en Sus caminos de continuo.

Fíate del Señor de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas. (Proverbios 3:5-6)

Cuando hacemos esto, abrazando Su ley con deleite y meditando en ella persistentemente, se cumple la promesa del versículo 3 de Salmos 1: Seremos como un árbol firmemente plantado junto a corrientes de agua, dando fruto a su tiempo, y cuya hoja no cae.

Será solo cuestión de tiempo y fidelidad antes de que experimentes el florecimiento de las bendiciones de Dios y el éxito duradero en todo cuanto emprendas, pues estarás andando en Su Consejo.