El Ayuno en el Nuevo Testamento

El ayuno en el nuevo pacto es una devoción privada y una práctica personal que honra al Señor (Mateo 6:17-18), guiada por Él. Se debe abordar con gracia, humildad y alegría, no de forma legalista ni para juzgar a otros.

PRINCIPIOS

Pastor Juan Carlos Pérez Corrales

9/20/20253 min read

a white plate with a fork on a wooden table
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El Ayuno en el Nuevo Testamento

La pregunta de cómo deben ver y abordar el ayuno los creyentes del Nuevo Pacto es fundamental. Lejos de ser abolido, el ayuno encuentra su lugar y propósito renovados bajo la gracia. El apóstol Pablo demostró que hay un lugar para esta disciplina espiritual en la vida del creyente, como se evidencia en su ministerio y experiencias personales: mencionó el ayuno al establecer ancianos en las iglesias (Hechos 14:23), durante una travesía marítima difícil (Hechos 27:21), y lo listó como parte de sus muchas privaciones por el Evangelio (2 Corintios 11:27). Esto establece que el ayuno es una herramienta de consagración y una respuesta natural en tiempos de necesidad o gran enfoque espiritual.

Principios de Jesús para el Ayuno

El Señor Jesús mismo no solo ayunó, sino que también instruyó a Sus seguidores sobre la actitud correcta al hacerlo. Sus enseñanzas destacan la privacidad y la sinceridad del corazón, en contraste con la ostentación religiosa. Él dijo: "Cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea notado por los hombres, sino por tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público" (Mateo 6:17-18).

Por lo tanto, el ayuno en el Nuevo Pacto es primariamente un tiempo de devoción íntima y privada con el Señor. Es un acto de fe y amor, guiado por el Espíritu Santo. Al igual que en todas las áreas de la vida del creyente en Cristo, la decisión sobre si ayunar y cuándo hacerlo debe ser una respuesta a la dirección y guía personal que el Señor ofrece. Como dice Romanos 8:14: "Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios."

Un Acto de Enfoque y Relación

El pastor Juan Carlos ha compartido que él mismo practica el ayuno. También relata que hay ocasiones en las que su inmersión en el estudio y la lectura de la Palabra de Dios en su tiempo devocional es tan profunda que resulta en un ayuno involuntario, un reflejo de que el espíritu está más enfocado que las necesidades físicas. Esto resalta que el ayuno no siempre es un acto forzado, sino que puede ser el resultado natural de una profunda absorción en el Señor.

Si sientes inclinación a ayunar, te animo a que permitas que sea una expresión de tu relación íntima con el Señor. Es una manera hermosa de honrar a Dios con tus apetitos y recordarte a ti mismo que la vida no consiste solo en lo material, sino en la provisión divina. Como Jesús declaró: "No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mateo 4:4). Al privarte voluntariamente de alimentos, estás declarando que Su Palabra y Su Presencia son tu sustento principal.

Ayunar en Gracia y Humildad

Es crucial ser prudente para no practicar el ayuno de manera legalista o, peor aún, utilizarlo para juzgar y condenar a otros que quizás percibas como menos devotos. La gracia debe ser la lente a través de la cual abordamos todas las disciplinas espirituales. El apóstol Pablo nos advirtió en Colosenses 2:16 contra el juicio basado en prácticas externas: "Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo..."

Por supuesto, ayuna, pero hazlo siempre con gracia, alegría, revelación y humildad. Nuestro ayuno debe fluir de una comprensión de lo que Cristo ya ha logrado, no de un esfuerzo por ganar Su favor. Busca a Dios no por obligación, sino porque Su amor te atrae. Al ayunar, hazlo con la motivación de Miqueas 6:8: "Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios."

En resumen, el ayuno en el Nuevo Pacto es un ejercicio de enfoque, devoción privada y humildad, guiado por el Espíritu y motivado por la gracia de Dios.