¡Amén!
El "Amén" (significa "Así sea" o "Sí") no es solo el cierre de una oración, sino una profunda declaración de fe. Fundamentado en 2 Corintios 1:20, afirma que la respuesta de Dios a todas Sus promesas en Cristo es un rotundo "¡Sí!".
Pastor Juan Carlos Pérez Corrales
¡Amén!
Porque todas las promesas de Dios se han cumplido en Cristo con un rotundo "¡Sí!" Y a través de Cristo, nuestro "Amén" (que significa "Sí") asciende a Dios para su gloria. —2 Corintios 1:20, NTV
La Profundidad del "Amén"
¿Te has detenido a meditar realmente en esa palabra que concluye casi todas tus oraciones? Para quienes hemos aceptado a Jesús como nuestro Señor y Salvador, el final de nuestras peticiones se distingue por el uso constante del "Amén". Esta palabra funciona como un punto final audible o escrito, indicando la conclusión de la comunicación con Dios, especialmente cuando se ora en grupo. No obstante, el "Amén" es mucho más que una simple convención o una etiqueta de cierre; encierra una verdad espiritual profunda y transformadora.
La Revelación Oculta en una Sola Palabra
Deseo destacar la tremenda verdad que reside en tu "Amén". Esta simple expresión encapsula una revelación fundamental que te capacitará para ver el cumplimiento de las promesas divinas manifestarse en tu vida.
El apóstol Pablo nos enseña en 2 Corintios 1:20 que la respuesta de Dios a todas Sus promesas se encuentra en Jesucristo, y es un innegable "¡Sí!". Por lo tanto, cuando elevamos nuestro "Amén" —que esencialmente significa "Así sea" o "Sí"— a través de Cristo, este asciende al Padre, trayéndole gloria. Esta conexión subraya que nuestra capacidad para recibir las bendiciones no depende de nuestro mérito, sino de la fidelidad de Cristo.
Raíces de la Fe
La palabra "Amén", que transmite el sentido de "seguro, verdaderamente, así sea", tiene sus orígenes en la raíz hebrea de la palabra emuná, que significa "fe" o "fidelidad".
Entonces, cuando confiesas: "Amén", estás realizando una declaración activa de tu absoluta confianza y dependencia en nuestro bondadoso Padre celestial. Estás afirmando que Él tiene el poder y la voluntad para llevar a cabo aquello por lo que has orado y pedido. Con esta única palabra, le estás diciendo a Dios: "¡Padre, confío en que esto se haga realidad en mi vida!" Estás depositando toda tu fe, para que Sus promesas y bendiciones se cumplan en tu situación, únicamente en Él.
Esta dependencia se alinea perfectamente con la verdad bíblica de la salvación y las bendiciones por gracia: no podemos ganarlas.
Efesios 2:8-9 nos recuerda: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe" (RVR60).
Por lo tanto, al decir "Amén", no solo estás afirmando la petición, sino también tu total dependencia del inmerecido favor de Dios. Es una declaración de que esperas la bendición basándote exclusivamente en la obra perfecta y terminada de Jesús en la cruz.
Declarando "¡Amén!" para la Exaltación de Dios
Amado el acto de decir "Amén" no debe degradarse a un simple ritual vacío. Por el contrario, es una valiosa oportunidad para ejercitar, expresar y liberar nuestra fe.
Es tu momento para declarar al Padre: "Ciertamente, por la obra de Jesús, ruego que esta bendición específica que he pedido, que esta promesa de Tu Palabra que he escuchado, sea mi porción para Tu gloria".
Cuando alcanzas esta profunda comprensión sobre el significado y el poder de esta palabra, cada "Amén" que pronuncias se eleva a la presencia del Padre como una fragancia de alabanza, portando el dulce aroma de tu aprecio sincero por lo que Su Hijo ha logrado por nosotros.
El Salmo 103:2 nos exhorta a no olvidar ninguno de Sus beneficios: "Bendice, alma mía, a Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios" (RVR60).
Se estima que la Biblia contiene más de 7,000 promesas que están disponibles para que las apropiemos hoy, no solo en un sentido futuro, sino en el presente. La Palabra de Dios nos asegura que el Señor, el Dios de nuestra salvación, "cada día nos colma de beneficios" (Salmo 68:19) y que Sus misericordias son nuevas cada mañana (Lamentaciones 3:22-23).
Por el inmenso amor y el costo que representó la vida de Cristo en la cruz para darnos acceso a cada una de estas bendiciones, Él nos dice, en esencia, "¡Sí!" a todas ellas. Y es nuestro gran privilegio responder con un firme y entendido: "¡Amén!".
Así que, ¡pronuncia tu "Amén" desde hoy con una renovada revelación y entendimiento! Hazlo como un acto de fe, y verás el poderoso cumplimiento de las promesas de Dios manifestándose abundantemente en tu vida.


La misión de la Asociación MAAM Costa Rica es edificar a los creyentes, profundizando su caminar con Cristo, para que disfruten de la Gracia que Dios nos ha dado.
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