21 de octubre

No se requiere perfección

Pastor Juan Carlos Pérez Corrales

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No se requiere perfección

Porque al que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros, para que fuésemos hechos justicia de Dios en él. 2 Corintios 5:21

Cuando yo era un cristiano joven, me afectó una enseñanza legalista e incorrecta que se basaba en una mala interpretación de lo que el apóstol Pablo dice sobre la Santa Cena en 1 Corintios 11:27-30:

El texto dice que si alguien participa del pan y de la copa del Señor de manera indigna, es responsable del cuerpo y la sangre de Jesús. Por eso, cada persona debe examinarse antes de comer y beber. Quien lo hace indignamente trae juicio sobre sí mismo porque no reconoce el cuerpo del Señor. A causa de esto, muchos en la congregación están débiles, enfermos o han muerto.

Me advirtieron (y quizás a ti también) que tener cualquier pecado en mi vida (incluyendo los que no sabía o que había olvidado confesar) me hacía indigno de tomar la Cena del Señor. Creían que eso traería enfermedad, juicio e incluso la muerte prematura.

Pero, ¿cómo podía saber si era lo suficientemente "digno"? Yo no vivía en pecado deliberado, pero sabía que para Dios, el pecado es pecado, y fallar en un solo punto te hace culpable de toda la ley (Santiago 2:10).

Como resultado, le tuve tanto miedo a la Cena del Señor que no participé durante muchos tiempo. Pensaba: "¿Por qué arriesgarme?".

Fui privado de la bendición de la Comunión debido a una enseñanza errónea, aunque bien intencionada, que puso una barrera donde debería haber habido una fuente de salud, sanación y bendición para el pueblo de Dios. Pusieron un letrero que decía: "No te acerques a menos que seas digno".

No permitas que te roben esta bendición como me pasó a mí.

La verdad de la Palabra de Dios es esta: La sangre de Jesús ya fue derramada por nosotros. Como creyentes, somos la justicia de Dios en Cristo. Somos completamente justos y dignos, no por nuestra propia perfección, sino porque Él es perfecto. Él pagó el precio total por el perdón de nuestros pecados, y esto es lo único que nos hace dignos. Su sacrificio en la cruz nos ha calificado por completo para recibir Su sanidad y victoria sobre el pecado y cualquier esclavitud que esté afectando nuestra salud y vida.