03 de octubre

La Pascua y la Cena del Señor

Pastor Juan Carlos Pérez Corrales

person slicing a meat on brown wooden board
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La Pascua y la Cena del Señor

"Entonces comerán la carne en aquella noche; asados al fuego, con panes sin levadura y con hierbas amargas lo comerán. No lo comas crudo, ni hervido con agua, sino asado al fuego, su cabeza con sus patas y sus entrañas". Éxodo 12:8–9

No debemos limitarnos a ver el libro de Éxodo como un simple registro histórico del pasado. Los pequeños detalles que el Espíritu Santo nos ha dejado son fascinantes, y si nos detenemos a escudriñar la Palabra, nuestra comprensión se abrirá para descubrir revelaciones de Jesús que transformarán nuestra vida, trayendo sanidad y liberación. Un ejemplo hermoso es cómo Jesús se revela en la celebración de la Pascua.

Consideremos las instrucciones detalladas que Dios dio en los versículos citados sobre cómo el pueblo de Israel debía consumir el cordero pascual. Se les ordenó no comer el cordero crudo. ¿Qué implicación tiene esto para nosotros hoy?

Al participar en la Cena del Señor, no debemos enfocar nuestra atención en la vida de Jesús de una manera superficial o "cruda", es decir, antes de que Él fuera "quemado" por el fuego del juicio de Dios en la cruz. No debemos verlo simplemente como un bebé en el pesebre o solo a través de los eventos registrados en los Evangelios anteriores a Su crucifixión.

Es cierto que Jesús fue un gran maestro, un líder ejemplar y el Dios encarnado (Emanuel, Dios con nosotros), y que vivió una vida impecable. Sin embargo, lo que nos trajo la salvación no fue Su vida perfecta, sino Su sacrificio y muerte en la cruz.

En esencia, la instrucción es que debemos contemplarlo "asado al fuego". Este es el punto central en el que debemos meditar cada vez que tomamos la Comunión.

A los israelitas también se les instruyó no comer el cordero "hervido con agua". Esto simboliza, a mi entender, que no debemos diluir ni suavizar la magnitud de lo que Jesús llevó a cabo por nosotros en el Calvario.

Pensemos en el sufrimiento que soportó: a causa de los azotes y la golpiza antes de Su camino al Gólgota, Su rostro estaba irreconocible en la cruz. Su aspecto físico estaba más desfigurado que el de cualquier otro hombre, como lo profetiza la Escritura (Isaías 52:14). Por lo tanto, cada vez que participes en la Comunión, visualiza a Jesús en la cruz y recuerda profundamente el precio que pagó por tu perdón y tu sanidad.

Además, Dios indicó que el cordero debía ser comido "asado al fuego". Esto es una poderosa imagen del fuego del juicio divino cayendo sobre Cristo.

El pecado demandaba castigo, y mientras Jesús padecía en la cruz, clamó: "¡Tengo sed!" (Juan 19:28). Esto ocurrió porque el fuego de la santa venganza de Dios y Su justa indignación contra nuestros pecados se posaron sobre Él. Él aceptó el juicio de Dios para que tú y yo jamás tengamos que enfrentarlo (Romanos 5:9-11 NTV).

Dado que nuestros pecados ya fueron castigados en el cuerpo de Jesús, nuestro sustituto, la justicia de Dios no permitiría castigar los mismos pecados una segunda vez. Hoy, la santidad y la justicia de Dios actúan a nuestro favor, exigiendo nuestra justificación, nuestro perdón, nuestra sanidad y nuestra liberación.

La próxima vez que participes de la Cena del Señor y sostengas el pan, visualiza Su cuerpo quemado y herido en la cruz, cargando tus pecados y enfermedades. Al hacerlo, comienza a vivir plenamente los beneficios que Él aseguró para ti en el Calvario.